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07 mayo 2008


AMSTETTEN - ESCOBAR

El aberrante caso del “carcelero de Austria” nos llena de indignación y asombro, pero al mismo tiempo nos pone frente a muchos interrogantes que obligan a reflexionar acerca de los “por qué” de tan bárbaro acontecimiento.
Para empezar, cuesta mucho creer que la propia esposa no supiera nada de lo que sucedía ¡dentro de su misma casa!
Es difícil aceptar que su hija y sus nietos hubieran permanecido tantos años encerrados a tan sólo unos metros de su propio dormitorio sin que notara nada extraño en todo ese tiempo.
También resulta difícil de creer que mientras el chacal viajaba al sudeste asiático para experimentar del sexo con niños y niñas, su familia no tuviera curiosidad por saber qué se ocultaba tras la puerta del garaje.
Incomprensible fue también el hecho de que ningún vecino o morador del edificio fuera movido a curiosidad por los ruidos que provenían del garaje, la basura que de allí salía o por los movimientos raros de Fritzl.
La pregunta que millones de personas se hacen alrededor del mundo: ¿Es que nadie de este pequeño pueblo vió, escuchó ni sospechó nada mientras este terrible drama se desencadenaba reproduciendo el dolor en las víctimas día tras día?.
Algunos expertos psicólogos y estudiosos de la psicología social atribuyen este fenómeno de “ceguera” generalizada a las consecuencias de los golpes recibidos por los pueblos de esta región, antes, durante y después de la segunda guerra mundial.
Austria no fue invadida por Hitler, sino que reclamó por propia voluntad ser anexada a la Alemania Nazi. Después de la guerra por ejemplo, Alemania sufrió un proceso de desnazificación que limpió el Estado. Pero Austria no pasó por ese proceso. Los represores allí se reciclaron de militares a civiles y comenzaron una vida “normal” como “buenos vecinos y ciudadanos” sin sobresalto alguno. Uno de ellos, Kurt Waldheim, llegó a secretario general de la ONU y otro, Jörg Haider -dirigente Ultranacionalista- fue elegido hace pocos años como presidente de este país. Tal parece que en Austria la solución fue barrer bajo la alfombra y olvidar.
La influencia del entorno, del medio, moldea profundamente nuestra psiquis individual. Esto lo sabemos muy bien los educadores, y aún así, cuando nos topamos con casos como este no podemos dejar de asombrarnos por las formas que adquieren ciertas neurosis sociales.
En el diario Clarín del pasado domingo 4 de mayo, y movido por la curiosidad de conocer la opinión de los habitantes de Amstetten, el enviado del matutino escribió lo siguiente:

Es sábado por la mañana, hora de mercado. En la plaza principal de Amstetten, entre puestos de vinos y quesos típicos, las familias toman café y los niños corren o andan en bicicleta. El día es soleado y la temperatura, agradable. Los vecinos hacen sus compras, sonríen y se saludan cordialmente. Es como si no hubiera pasado nada en este pueblo de 22.000 habitantes, donde ahora parece que nadie conocía a Josef Fritzl y son muy pocos los que hablan con la prensa.
Johannes, un cincuentón que vende vinos de la región, es uno de los pocos que acepta hablar con Clarín y dar su nombre. “Claro que sé quien es Fritzl, pero no mucho más. Era muy educado. Sé que tenía amigos, aunque imagino que están escondidos. Yo lo estaría si fuera uno de ellos” Johannes cree que el nombre de su pueblo quedará manchado para siempre. “Aunque en Linz (a 30 minutos en coche de aquí) creció Hitler y ahora van allí los turistas. Nunca se sabe”.
Tanja, una joven bellísima que estudia en la Universidad de Linz, dice que lo que más teme es “que el resto del mundo se forme una opinión falsa de los austríacos”. Y agrega: “No somos cálidos y respetuosos. Es verdad que no somos latinos, pero por una manzana podrida no podemos tirar a la basura todo el barril”. Cuenta que su abuelo conoce a Fritzl, pero no quiere saber nada del tema. “Y a mí lo que más me duele es que cuando tenga que decir por ahí que soy de Amstetten, me mirarán como a un ogro”.

Obsérvese que de las declaraciones puede concluirse tranquilamente que a estas personas pareciera preocuparles más “el qué dirán”, la imagen, el modo en que este suceso pudiera llegar a afectarlos a ellos mismos, que el estado de salud de las víctimas y el reclamo de justicia.

Tal vez parezca duro o exagerado decir que para los escobarenses el comportamiento de esta gente debiera resultarnos familiar, sin embargo si uno se pone a trazar un paralelo entre lo que sucedió en Amstetten y lo que sucedió y aún sucede en Escobar verá que las semejanzas abundan.
Está absolutamente claro que los abusos sexuales sufridos por las alumnas de la Técnica Nº 1 no alcanzan ni de cerca la gravedad de los sufridos por los hijos del Monstruo de Amstetten, pero algunas conductas de los victimarios y del entorno son asombrosamente parecidos.
Veamos:
· Tanto en un lugar como en el otro, las víctimas fueron abusadas durante un período de tiempo bastante prolongado y prácticamente a la vista de todos, sin que nadie pareciera darse cuenta de lo que sucedía a pocos metros de sus vidas.
· Los dos pueblos son en apariencia tranquilos, pero tienen un pasado atravesado por la violencia y el autoritarismo.
· En los dos lugares se eligen como máximos referentes políticos a quienes actuaron y actúan en nombre del odio, la discriminación y el atropello a los derechos humanos.
· Al descubrirse lo sucedido, los vecinos de Amstetten declararon que Fritzl era buen vecino, agradable, inteligente, buen abuelo, y que tenía muchos amigos. En Escobar, muchos han ido corriendo a los brazos de Patti (los mismos brazos usados para la tortura) para saludarlo por la última liberación. Patti es considerado muy buena persona por gran parte del pueblo escobarense.
· Según lo declarado a Clarín, muchos pobladores de Amstetten temen por las repercusiones “Negativas” que el caso pueda llegar a tener sobre ellos y sobre el pueblo. En Escobar, cuando los funcionarios intervinieron la Técnica 1 para investigar los casos de abuso y otras irregularidades (era lo mínimo que debían hacer), muchos “ilustres vecinos de Escobar”, casi todos los políticos, Rotary, Iglesia, Medios, etc. Levantaron su voz al cielo quejándose porque había “Venido gente de otro lado a decirle a los profesores de Escobar lo que debían hacer”. Realizaron reuniones y más reuniones para exigir el retiro de la intervención y la restitución de los desplazados. Se lamentaban además -al igual que la gente de Amstetten entrevistada por Clarín- del daño que la difusión del hecho podía causar en la imagen de la escuela y de Escobar…
· En ninguno de los dos casos existió una preocupación genuina por la suerte de las víctimas de tan graves atropellos a la dignidad. Y la exigencia de justicia fue dejada de lado.
Y podríamos seguir con el listado de coincidencias, que parecen no tener nada de casual, pues son incidentes surgidos, en gran parte, como consecuencia de sociedades y pueblos golpeados durísimamente por la represión, el miedo y el dolor.
Nos atañe mucho como educadores ahondar en este tipo de análisis, y es mucho lo que desde nuestra labor cotidiana podemos hacer.
En principio, educar a nuestros alumnos en la visión crítica de nuestro entorno. Enseñarles permanentemente que no deben conformarse mansamente con la primera opinión que escuchen. Explicarles no sólo que la historia se puede cambiar, sino que debe ser cambiada. Insistirles en que no hay que aceptar mansamente el sufrimiento propio y de sus semejantes como si fuera algo inevitable, derrumbar el precepto de “poner la otra mejilla”. Hacer que los chicos adopten y vivan la solidaridad como un valor de primer orden.
Reclamar, implementar, profundizar la educación Científica y combatir los dogmas y los prejuicios tan perniciosos para la educación.
Esto es lo que nosotros como docentes podemos hacer dentro de las aulas. Pero es tan sólo una pequeña porción del antídoto a la barbarie de este sistema, que margina y embrutece a los individuos, y que nos muestra su horrible rostro con incidentes como el de Amstetten.
Una gran responsabilidad obviamente la tienen los gobernantes que son quienes determinan quiénes comen y quiénes no. Quiénes tendrán vivienda y quiénes no, quiénes tendrán trabajo y quiénes no. Por eso, además de enseñar los valores antes mencionados, es importante enseñar a luchar por la libertad, enseñar a luchar para cambiar esta sociedad.Recordémosle a los alumnos, y recordémoslo nosotros mismos que los pueblos cobardes, mezquinos y pusilánimes merecen ser sepultados en el olvido, y es mejor que así sea, antes de que engendren de sus entrañas a monstruos como Hitler, Haider, Fritzl (la bestia de Amstetten)... y Patti.

1 COMENTARIOS:

Mirta Praino San Fernando Mi Ciudad - Mujeres dijo...

Me parece interesante el paralelo que la nota realiza, el fino hilo con que se puede analizar los comportamintos de los pueblos y sus gentes.
El mounstro de Amstetten deja en claro el ocultamiento, el no te metas, el por algo será, el algo habran hecho, etc.
Lo sucedido en la Media 1 de Escobar no deja lugar a dudas de lo que se puede esconder con la complicidad de algunos pocos o algunos muchos.
Respecto al comportamiento de los pueblos lo cierto es que son un sector del mismo que prefiere vivir con una venda en los ojos, esa venda puede ser negra para no ver o transparente para hacer que no se ve.
Los tres relatos tiene que ver con violaciones a los derechos, Guerras genocidio, individuos que se le han vedado sus derechos humanos.
Creo que el pueblo, también, es quien puede cambiar las historias.
Mas tarde o mas temprano la Verdad debe de salir a la Luz.