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25 abril 2008


¿Por qué un Jardín Maternal en la Media 1?

El proyecto de Jardín Maternal para hijos de alumnas madres surgió en el 2004 de un grupo de docentes preocupados por la deserción de las alumnas embarazadas y las alumnas que tenían hijos pequeños.
En su momento, algunos compañeros llegaron a cuestionar si no se trataba de otra medida de carácter asistencialista, como otras que (en su opinión) generaban tensiones con otras funciones de la escuela.
La reflexión posterior fue abriendo paso a la idea, cada vez más clara, de que la pregunta que había que contestar era por qué atribuíamos tanta importancia a la presencia de las alumnas madres en la escuela.
Y allí fueron apareciendo argumentos que ayudan a entender que no se trata, de ninguna manera, de promover una condición de asistidos sino por el contrario de desarrollar el respeto de los derechos de las madres adolescentes. Corresponda o no a Eva Perón, la frase "donde hay una necesidad hay un derecho" constituía una manera sintética de expresar esta idea.
En segundo término, resulta claro que las alumnas madres, que en algunos casos son el único sostén de sus hijos o en otros colaboran con su compañero en esa tarea, necesitan imperiosamente terminar sus estudios secundarios para asegurar un ingreso mínimamente digno al campo laboral.
Es conocida la precarización del empleo en la Argentina actual, precarización que se agudiza cuando no se cuenta con estudios secundarios.
Por otra parte, resulta imporatante salir al cruce de una idea que se plantea incluso desde algunos programas de capacitación docente, cual es que lo más adecuado resulta flexibilizar la asistencia de las alumnas madres , de modo que puedan acreditar las asignaturas concurriendo a la escuela menos de lo que se exige a las demás alumnas.
Nos parece que esta es una alternativa tramposa, una suerte de exclusión disfrazada, pues entendemos que los procesos de aprendizaje en el nivel secundario no se afianzan sin la concurrencia efectiva a clases. Y que por otro lado, tal vez estas alumnas necesiten aún más que las otras estar en la escuela. La escuela puede brindarles mucho más (si se lo propone) que el aprendizaje de las materias que forman el curriculum. La escuela puede implementar (y debiera hacerlo) espacios de reflexión destinados a las alumnas madres , destinados entre otras cosas a promover la conciencia de que su asunción del rol de madre no significa obstruir su posibilidad de desarrollar otros proyectos que tienen que ver con su capacitación académica y profesional, así como su participación en actividades artísticas y culturales. Se trata de salir de una visión tradicional en materia de género que establece que cuando una mujer es madre debe renunciar a todo otro desarrollo personal. Y esta reflexión puede darse muy adecuadamente en el marco de la escuela.
Ello contribuiría además a que la decisión de tener un segundo hijo (cuando se trata de madres primerizas) esté acompañada de una asunción conciente de las implicancias de ello y no resultado de haber quedado atadas a un rol impuesto socialmente. Algunos estudios indican que en el caso de muchas madres adolescentes, el período intergestósico es muy breve, y ello no siempre como resultado de un proyecto claramente asumido.
Desde ya que la escuela puede contribuir de muchos modos no solo al desarrollo de muchas posibilidades personales en estas alumnas madres, abriendo su horizonte de futuro, sino que además puede (en aspectos muy instrumentales) favorecer prácticas de cuidado más sano y de socialización más feliz de sus hijos. Tan concreto es esto que una de las propuestas que en el 2006 circularon era la de un Taller de Prácticas de Alimentación destinado a las alumnas madres, aprovechando las instalaciones de cocina con que cuenta la escuela mencionada. Lo que quisiera que quedara en claro es que se trata de un proyecto que va mucho más allá de un plan de retención por la retención misma. En definitiva, una propuesta que apunta a promover el respeto a la dignidad de estas jóvenes madres , con una inclusión activa en la cual se espera que ellas mismas se conviertan en promotoras de la defensa de sus derechos.

D. C.

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